En 1967 se descubrió una cueva del terror mientras se estaba construyendo una pista de aterrizaje. Un análisis arroja luz sobre lo que ocurrió hace cientos de años.
Todo comenzó hace 63 años mientras se llevaban a cabo unas obras en los alrededores de la ciudad maya de Chichén Itzá, Yucatán (México). Allí, los obreros se encontraron con una cámara subterránea, conocida como chultún, y lo que parecía un lugar de sepultura con decenas de huesos humanos. Desde entonces, el hallazgo ha estado envuelto en el misterio. Aquellos restos eran de humanos de muy corta edad, ¿qué había llevado a terminar con su vida los mayas? Un análisis acaba de desvelar el misterio.
Niños y sacrificio. El nuevo estudio analizó el ADN de 64 de las 106 víctimas de Chichén Itzá, un lugar que en el pasado fue el epicentro de los antiguos mayas y cuya importancia se extendió por Yucatán, Guatemala y Belice durante cientos de años. ¿Los resultados? Todos eran niños varones y alrededor de una cuarta parte estaban estrechamente relacionados con al menos otra persona dentro de la zona de entierro, incluidos dos pares de gemelos idénticos.
Además, los investigadores han especulado en el pasado que los niños depositados en el cenote fueron sacrificados como ofrendas para ayudar al crecimiento del maíz o para complacer a la deidad maya de la lluvia, Chaac. Por todo ello, apuestan por un relato donde los niños de Chichén Itzá pueden haber significado una representación ritual de estos relatos.
Contradiciendo el relato de Cenote Sagrado. En el pasado y también en Chichén Itzá, habían encontrado cientos de niños y adolescentes ejecutados en un sumidero natural conocido como el Cenote Sagrado. La mayoría fueron identificados como niñas, lo que llevó a la teoría de que los habitantes de la antigua ciudad estaban obsesionados con el sacrificio femenino. La nueva investigación viene a indicar lo contrario. No tenían problemas con el género.
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