Desde que asumió la presidencia, Claudia Sheinbaum ha dejado clara su postura respecto a la lucha contra el narcotráfico, marcando una diferencia respecto a administraciones anteriores. En lugar de continuar con la estrategia de militarización y enfrentamientos violentos, Sheinbaum propone un enfoque basado en la inteligencia, la prevención y el desarrollo social. Para ella, es fundamental atacar las causas de la violencia y no solo sus efectos, lo que implica brindar más oportunidades de empleo, educación y bienestar para las comunidades más vulnerables.
Sheinbaum ha señalado que no regresará a la llamada «guerra contra el narco», la cual, según sus palabras, solo ha generado más violencia y dolor en el país. En cambio, aboga por una política de justicia, donde se priorice la investigación y el fortalecimiento de las instituciones encargadas de combatir al crimen organizado. Su objetivo es reducir los homicidios y delitos de alto impacto, trabajando en conjunto con las fuerzas de seguridad, pero con un enfoque que respete los derechos humanos y evite las prácticas represivas que han caracterizado a otros gobiernos.
Este cambio de estrategia ha sido bien recibido por algunos sectores de la sociedad, que ven en ella una esperanza de paz duradera para las zonas más afectadas por la violencia del narcotráfico.
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