FUENTE: Aurelio Nieto
En 1871, un fragmento de roca fue depositado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, España, con la creencia de que había caído del espacio y se le denominó el «meteorito de Cuba». Sin embargo, recientemente, investigadores españoles, cubanos y estadounidenses han descubierto algo sorprendente: el fragmento nunca fue un meteorito. Ahora, esta peculiar pieza será reubicada en una de las instalaciones de almacenamiento del museo y rebautizada como el «pseudometeorito de Cuba».
Este descubrimiento, aunque raro y hasta cierto punto cómico, no es del todo sorprendente. Desde el siglo XX, varios investigadores habían expresado sus dudas sobre la verdadera naturaleza del fragmento. A pesar de las sospechas, nadie se había atrevido a realizar los estudios necesarios para confirmar o desmentir su origen extraterrestre. Sin embargo, una colaboración entre el conservador de la colección de geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales y algunos investigadores de la Universidad de La Habana y la Universidad de Florida ha resuelto el enigma que ha dejado boquiabiertos a la comunidad científica durante más de 150 años.
El estudio, publicado en la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, utilizó técnicas de microscopía electrónica y espectroscopia de rayos X para analizar las propiedades químicas y la textura del fragmento. Estos datos se compararon con los de otros fragmentos de meteoritos reales almacenados en el Museo Nacional de Historia Natural de Smithsonian, uno de los museos más grandes de Estados Unidos.
Los resultados del estudio fueron reveladores. Contrario a las expectativas, el fragmento no es un meteorito, sino un resto siderúrgico que fue producto de una manipulación artificial. Fue elaborado con técnicas de herrería de una tradición que hoy en día está completamente abandonada. Uno de los datos más interesantes obtenidos fue que los niveles de níquel presentes en el fragmento no son los que se esperarían encontrar en un meteorito convencional.
Ante esta evidencia, el fragmento ya no tiene un valor geológico relevante y, por lo tanto, será renombrado como «pseudometeorito de Cuba«. A pesar del cambio de nombre, el número de inventario permanecerá siendo el mismo aunque con diferente nombre.
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