A diferencia de otras filosofías más individualistas, los tlamatinime aztecas argumentaban que debemos comenzar con nuestro entorno y relaciones antes de enfocarnos en el cuerpo y la mente.
Creían que nadie es perfecto y que necesitamos a los demás para salir adelante. El enfoque azteca se centra en la comunidad, en un sentimiento de pertenencia a una entidad colectiva y viva. No buscaban la perfección ni la inmutabilidad, sino el apoyo mutuo para superar los desafíos.
Para los aztecas, tener una buena vida no estaba asociado con ser feliz. Un refrán azteca lo resume como «resbaladiza, escurridiza es la tierra». Según el Códice Florentino: «Quizás alguna vez uno fue de buena vida; después cayó en algún mal, como si se había resbalado en el barro”.
Para ellos, no era realista aspirar a una vida perfecta sin errores. En cambio, se enfocaban en llevar una vida que valiera la pena, conocida como Neltiliztli. Esta palabra se traduce como «arraigo», «tener raíces fuertes» o «verdad y bondad», y se encuentra en la comunidad.
Podemos hablar de que para los aztecas la clave de la vida estaba en Neltiliztli, que tambíen podemos traducir como «arraigamiento» o «echar raíces», lo cual recuerda una idea importante que encontramos en Simone Weil, la filósofa francesa que hablaba de la importancia de mantenerse conectado no sólo a la `propia tierra sino a la propia cultura y a una tradición de conocimiento.
Esto en oposición a la moderna cultura occidental capitalista que practica por default un desarraigo. Tradición, familia, entorno, cultura… estas son palabras claves que debemos de recuperar.
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