Una investigación reciente publicada por Jelmer Eerkens, en la Revista Estadounidense de Antropología Física, reveló un método para decodificar el momento de la muerte de un individuo usando el cabello.
Acta de defunción biológica
Earkens y su equipo logró predecir con exactitud la época de la muerte de una niña de dos años al identificar huellas químicas específicas (isótopos de hidrógeno) en sus cabellos.
Ese trabajo ayudará a comprender la influencia que los cambios estacionales pudieran tener en las tasas de mortalidad de las sociedades.
«Cada onda del cabello rojizo de Edith Howard Cook cuenta una historia. Un segmento puede ser una crónica de un verano inusitadamente húmedo en San Francisco; otra puede rememorar un diciembre seco. Pero al leerlo completo, la hebra revela la estación de 1876 en la que Edith murió a los dos años», explicó un artículo de The Atlantic.
Los expertos podrían reconstruir una historia antropológica más vívida sin son capaces de identificar esa estacionalidad al recopilar data de personas de todas las edades y ubicación geográfica. Estudios minuciosos de algunos grupos pudieran revelar situaciones desconocidas como la existencia de una pandemia o desempolvar historias olvidadas sobre un episodio temporal de violencia que aumentó la mortalidad en una población.
Los isótopos son átomos de un mismo elemento pero con distinto número de neutrones. Eso hace que sean más pesados o más livianos que los otros átomos del elemento. Entonces los científicos usan instrumentos llamados espectrómetros de masa para identificar y cuantificar isótopos en una muestra de hueso o cabello.
En el caso de los restos humanos, los arqueólogos ven los isótopos como una memoria de interacciones entre el individuo y su ambiente.
La técnica será útil para calcular la época de la muerte en futuros casos arqueológicos o forenses en los que haya sido preservado parte del cabello pero se desconozca la fecha exacta de defunción.
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